Diego Castañón, alcalde de Tulum y exfutbolista, desató una ola de críticas tras anunciar su programa de “playas de acceso libre” que, en los hechos, no es tan libre. Aunque se promete que cualquiera pueda entrar sin costo, la iniciativa viene con condiciones que dejan fuera al pueblo. El Financiero
Bajo las reglas impuestas, no se permiten alimentos, bebidas, hieleras o sombrillas, y los visitantes están atados a consumir en los establecimientos autorizados del programa. Es decir: entras “libre”, pero obligado. El Financiero
Este tipo de medidas tienen dos caras: la de la imagen progresista y la de la exclusión disfrazada. En vez de garantizar el derecho constitucional al uso público de la playa, se regula de forma que solo quienes puedan pagar serán “libres”.
La controversia crece justo cuando Tulum atraviesa una crisis turística. Las restricciones y los costos elevados ya provocan que algunos turistas comparen precios con destinos europeos. Empresarios locales han tenido que pedir disculpas públicamente por los efectos negativos. El Financiero
Este episodio revela que cuando el discurso se convierte en reglamento, “acceso libre” puede tornarse en “libertad condicionada”.
