El Tren Maya, el buque insignia de los proyectos faraónicos de Morena, entra en su etapa más oscura
Para 2026 se esperan pérdidas operativas de 760 millones de pesos, incluso después de que el gobierno proyecte ingresos por 1,271 millones.
Mientras tanto, los costos de operación se disparan y no hay expectativa real de que este monstruo ferroviario alguna vez sea rentable. Ni la venta de boletos ni tarifas cargueras bastarán. Es un proyecto de lujo que consume recursos públicos sin retorno… y con escasa transparencia sobre sobrecostos, contratos y adjudicaciones.
La corrupción se filtra entre rieles y viaductos: discursos gloriosos de desarrollo contrastan con finanzas al rojo vivo. Más aún cuando los recortes en salud, educación y programas sociales siguen vigentes. ¿Cuántos hospitales cerrados o subsidios recortados habrían sido evitados con ese dinero?
Este proyecto ahora amenaza con convertirse en el símbolo de la irresponsabilidad financiera y política. El Tren Maya no es solo un costo, es la cara más visible del derroche público disfrazado de obra emblemática.
