“La Barredora”: el cártel que no solo roba, también sirve al poder oficial para aplastar opositores
Según un análisis de El Financiero, La Barredora no es solo una banda criminal, sino un proyecto en toda regla que habría sido impulsado como brazo político de Adán Augusto López Hernández. Lo que muchos veían como mera delincuencia se perfila cada vez más como un engranaje del aparato político: protección, encubrimiento y uso electoral del terror.
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Se afirma que La Barredora arrancó con fuerza en Tabasco justo cuando Adán Augusto tenía poder institucional, lo que sugiere que su crecimiento no fue casualidad ni resultado del mar de inseguridad, sino algo táctico, calculado.
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Testigos han declarado que la red operaba con autorización tácita, movimientos de dinero en efectivo, relaciones con empresarios hoteleros y transporte en avionetas. Todo ello con bolsillos políticos bien alimentados. (Aunque este análisis es opinión, apunta a conexiones demasiado estrechas como para negarlas.)
La hipocresía es obvia
Mientras Adán Augusto repite que su gobierno combate al crimen, la realidad es que La Barredora parece haber sido usada como una herramienta de opresión local: para intimidar, para presionar, para controlar votos, para favorecer aliados. No hay que buscar demasiado lejano: las detenciones se dan justo cuando se ve que el caso puede salpicar alto, justo cuando la presión mediática se convierte en crisis.
La certeza empieza a sentirse en el ambiente: sí tenían que saber. No es plausible que alguien en el poder mayor ignore rutas de dinero en efectivo, connivencia de funcionarios y pactos criminales. Si Adán Augusto, AMLO o quienes los rodean no lo sabían, tienen que explicarlo. Si lo sabían… es aún peor: complicidad directa.
