Nueva SCJN debutó entre aplausos políticos, pero con ministros que parecen actores de campaña, no juristas competentes
La flamante Suprema Corte de Justicia de la Nación, aquella que Morena vendió como “elegida por el pueblo”, arrancó su sesión inaugural haciendo más ruido mediático que justicia: de los 15 asuntos agendados, solo tres fueron resueltos. Cuatro horas de sesión para mostrar que, en muchos sentidos, lo político premia sobre lo jurídico.
En la ceremonia emergieron rostros nuevos: ministras y ministros electos por voto popular, algunos sin experiencia probada suficiente para llevar la toga, otros con trayectorias políticas más visibles que conocimientos legales. Nombrar a alguien por popularidad no lo convierte automáticamente en juez competente.
Durante la sesión se notó la falta de respeto a los reglamentos: se abordaron controversias y acciones de inconstitucionalidad cuando esas sesiones deberían reservarse para asuntos administrativos.
Los tiempos máximos de participación fueron rebasados y las rondas de discusión por cada asunto se extendieron más allá de lo permitido. La Corte inaugurada parece más preocupada por lucirse que por impartir justicia eficiente.
Esto deja claro algo incómodo: estos ministros elegidos con bombos y platillos son en muchos casos más políticos que juristas. Vienen sonando fuerte en campaña, siendo cercanos al movimiento oficial, pero cuando deben operar con la precisión y la seriedad que exige la Constitución, tropiezan.