Morena presume austeridad mientras sus dirigentes nadan en lujos
El coordinador de los senadores morenistas, Adán Augusto López Hernández, anunció con bombo y platillo un “plan de austeridad” que, según él, permitirá ahorrar 500 millones de pesos. Entre las medidas, aseguró que se cancelarán los viajes internacionales, se congelarán las dietas y subvenciones, y hasta se eliminará el valet parking en el Senado.
Adán Augusto quiso vender la idea de que los legisladores ahora vivirán con “justa medianía” y que se acabará el llamado “turismo legislativo”, esas giras al extranjero que, durante años, fueron símbolo de privilegios.
Pero detrás de los discursos de “vida sin lujos”, la realidad los contradice. Mientras el partido se envuelve en la bandera de la austeridad, sus propios cuadros han sido señalados por viajar en primera clase, presumir ropa de diseñador y vivir con excesos que nada tienen de modestos.
El caso más escandaloso es el de Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente y hoy parte de la dirigencia nacional de Morena, quien disfruta de privilegios a pesar de que su padre fue el gran promotor de la “austeridad republicana”.
Y no solo él. Hace apenas unos días, el senador Gerardo Fernández Noroña fue cuestionado por una estudiante que lo encaró por la compra de una lujosa casa en Tepoztlán, valuada en 12 millones de pesos. Su discurso de humildad se desmoronó en segundos: “¿Dónde queda la austeridad de la que tanto presume su partido?”, le reclamó la joven.
En pocas palabras, mientras Morena promete recortar viáticos y estacionamientos, sus líderes siguen disfrutando de mansiones, viajes y lujos. La “austeridad” morenista se ha convertido en un discurso vacío, más propaganda que realidad.
