40 millones en avionetas, redes criminales y la pregunta inevitable: ¿y Adán Augusto y AMLO qué sabían?
Un nuevo testigo ha soltado una bomba en el expediente de La Barredora: acusa que Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad de Tabasco vinculado al CJNG, envió 40 millones de pesos en avionetas a un amigo hotelero. Un traslado de dinero en efectivo, discrecional y clandestino, típico de quienes operan con protección institucional.
¿Alguien realmente cree que este nivel de maniobra se hizo sin conocimiento de los más altos mandos? ¿Qué las rutas de dinero, empresarios favoritos, permisos y redes logísticas se tejieron en la oscuridad sin que Adán Augusto ni AMLO echaran un ojo? Es difícil creerlo. La evidencia apunta a complicidad o al menos tolerancia política.
Hipocresía, protección y silencio
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Bermúdez operaba con tal descaro que sus envíos llegaban en avionetas, usando amigos hoteleros como cómplices. Eso exige coordinación, logística y permisos, cosas que no se gestionan sin la vista gorda de altos niveles.
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Se trata de una red empresarial familiar, con cuentas bloqueadas, permisos suspendidos. El gobierno federal ha logrado solo derribar partes de esa estructura. Pero el mensaje oficial sigue: “Se investiga”, “no hay protección abierta”, “justicia llegará”. Mientras tanto, los vínculos siguen salpicando al poder.
Morena insiste en que no hay pruebas de que AMLO o Adán Augusto estuvieran enterados, que todo fue culpa de funcionarios aislados. Pero mientras más información sale, más se ve que este caso no es error ni descuido: es estructura, manejo sistémico.








