Morena presume “victoria contra la violencia”, pero en Guadalupe y Calvo los niños no van a clases por puro terror
Mientras en los micrófonos del gobierno federal se repite que la inseguridad está bajando, en municipios como Guadalupe y Calvo, Chihuahua, la violencia ha llegado a niveles tan extremos que los padres ya no mandan a sus hijos a la escuela. Ocurre todos los días. Y Morena, lejos de enfrentar la realidad, parece empeñado en minimizarla.
El representante del Gobierno del Estado, Marín Navarro, informó que las escuelas permanecerán abiertas y los profesores recibirán a los estudiantes que lleguen. Pero la asistencia no será obligatoria, porque muchas familias están atemorizadas de salir de sus casas. La gente prefiere proteger a sus hijos en casa antes que arriesgarlos en rutas escolares donde se escuchan balaceras.
Rumores de disparos, operaciones violentas, amenazas anónimas en redes: todo eso basta para vaciar aulas. Las autoridades guardan silencio, pero el miedo ya se ha convertido en la norma.
Morena presume que la estrategia de seguridad está funcionando, que se controla al crimen organizado. Sin embargo, los padres de familia viven otra dimensión: la violencia les roba su derecho más básico: el de educar sin temor.
