Morena promete “no al nepotismo” para 2027… pero aplaza la ley y mantiene privilegios hasta 2030
Morena ha salido a decir que, a partir de las elecciones de 2027, no permitirá candidaturas de familiares de funcionarios actuales. Suena bonito, suena moralista… pero el truco está en los detalles: la hipocresía se agazapa detrás de la promesa, mientras los privilegios siguen intactos hasta el 2030.
Luisa María Alcalde, presidenta nacional de Morena, declaró en Campeche que el partido guinda asumió una “decisión interna” para no llevar en la boleta a nadie que sea familiar directo de un funcionario vigente, pero insistió también en que esa norma —una exigencia del pueblo de México— será aplicada hasta la elección inmediata posterior, lo que significa que ese “no al nepotismo” se convierte en un compromiso a medias.
La dirigente defendió que la militancia prioriza el proyecto de país sobre las ambiciones personales, y que habrá encuestas para definir candidaturas, cerrando filas contra los “tapados”. Pero mientras Morena hace discursos sobre ética, ya existen casos flagrantes de nepotismo en sus propias filas, que no serán afectados por esta promesa hasta dentro de años.
La gran pregunta que nadie responde: ¿qué pasará con quienes ya están metidos en esas redes de parentesco político? ¿Serán ellos los que impulsen leyes para que solo les afecte a otros, no a ellos mismos?
Porque esta norma que Morena presume como ruptura se ve débil: prohibición parcial, aplazamiento hasta 2030, promesas que no alcanzan a los implicados reales. Y mientras tanto, los familiares de funcionarios siguen participando y acumulando poder
