¡Se tambalea la alianza! El idilio político entre Morena y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) atraviesa su momento más crítico rumbo al 2027. Lo que parecía una unión indestructible ahora está lleno de acusaciones, insultos y traiciones que exponen la fragilidad de la llamada “Cuarta Transformación”.
El senador Luis Melgar encendió la mecha al afirmar que en Morena “hay ratas”, señalando directamente al exgobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, y al poderoso grupo político de Tabasco encabezado por Adán Augusto López. Una bomba política que sacude a los morenistas y abre la puerta a una guerra interna sin precedentes.
En medio del escándalo, la presidenta Claudia Sheinbaum intentó desmarcarse, asegurando que “le corresponde a Morena definir sus alianzas para el 2027”. Pero el mensaje fue claro: el control se le escapa de las manos.
Desde Chiapas, Melgar fue todavía más lejos: acusó a figuras morenistas de haber saqueado al estado y de esconderse en Miami, dejando claro que el Verde ya no está dispuesto a cargar con los pecados de su socio mayor. Con frases como “no somos iguales” y “el camino es verde”, el legislador dejó entrever que su partido quiere jugar solo en las próximas elecciones.
Aunque Arturo Escobar, dirigente nacional del Verde, salió a calmar las aguas asegurando que no hay ruptura, reconoció un distanciamiento evidente en estados clave como Tamaulipas. Su mensaje fue un balde de agua fría: sí apoyan a Sheinbaum, pero la alianza ya no es lo que era.
El golpe más duro es simbólico: el PVEM, el socio histórico de Morena, ya no oculta las fracturas. Lo que inició como una coalición sólida para tomar el poder se ha convertido en una relación desgastada, llena de reproches y señales de ruptura.