Tren Maya: el capricho morenista que devora millones y pone en riesgo la selva y el subsuelo del sureste
A pesar de las advertencias de expertos, ambientalistas y científicos, los gobiernos morenistas siguen empecinados en levantar el Tren Maya, un megaproyecto que ya se ha convertido en el símbolo del despilfarro, la inestabilidad y la destrucción ambiental.
El terreno de la península de Yucatán es kárstico, un suelo hueco, frágil y altamente inestable, atravesado por cavernas, cenotes y ríos subterráneos. Los propios estudios oficiales han advertido que el riesgo de colapso es altísimo. Sin embargo, nada ha detenido a Morena, que insiste en gastar miles de millones de pesos en una obra que podría venirse abajo en cualquier momento.
Expertos lo advirtieron
Desde el inicio, las Manifestaciones de Impacto Ambiental revelaron el peligro: “el nivel de karsticidad en la Península de Yucatán es muy alto”. La especialista de la UNAM, Fernanda Lases Hernández, fue clara: “el Tren Maya generará vibraciones que pueden abrir fracturas y acelerar hundimientos”.
Pero la advertencia fue ignorada. Hoy, ya se documentan daños irreversibles: cuevas colapsadas, techos perforados y ecosistemas subterráneos en riesgo por las vibraciones de la construcción.
El desastre del Tramo 5 Sur
La zona entre Playa del Carmen y Tulum es la más crítica: 68% del suelo es hueco. Para sostener el tren, se han levantado pilotes gigantes sobre cenotes y cuevas, pero aun así se han registrado daños en cavernas como Dos Balas y Oppenheimer, donde ya se abrieron huecos de un metro.
Los propios ingenieros reconocen que ni con viaductos elevados ni con materiales como el basalto se garantiza la estabilidad. El riesgo de colapso es real y permanente.
Un ecocidio disfrazado de desarrollo
Además del peligro estructural, el Tren Maya amenaza con destruir el ecosistema, contaminar los sistemas de agua subterráneos que alimentan la región y dejar una cicatriz ambiental imposible de revertir.
Aun así, Morena sigue defendiendo su obra estrella como si fuera intocable, aferrándose a un proyecto que se hunde, literal y simbólicamente, sobre el suelo frágil del sureste.
Conclusión
El Tren Maya es hoy un pozo sin fondo de dinero público, un riesgo ambiental mayúsculo y una construcción con pies de barro. Pero mientras la naturaleza se derrumba y los recursos se evaporan, el gobierno morenista prefiere proteger su capricho antes que escuchar a la ciencia y a la sociedad.