En Culiacán, Sinaloa la violencia se cobra una nueva víctima: un agente de tránsito de 37 años con 11 años de servicio fue abatido a balazos cuando se dirigía a comenzar su jornada laboral.
Con este homicidio, la cifra oficial de policías asesinados en el estado desde que comenzó la crisis de seguridad se eleva a 61. La guerra entre facciones criminales ya no solo aterroriza a la población civil, también ataca el corazón mismo de la autoridad.
El oficial viajaba en su vehículo particular, con puertas forzadas y sin oportunidad de defenderse: un mensaje claro de impunidad. ¿De qué sirve tener policías si no pueden ni llegar a trabajar?
Mientras tanto, el gobierno presume avances en seguridad, pero los hechos gritan lo contrario. La falla no es local, es de Estado.








