Una pieza clave del aparato social del gobierno morenista acaba de abandonar el tablero: la delegada estatal de Secretaría de Bienestar en Puebla renunció tras revelarse que estaba relacionada con un cabecilla del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
La funcionaria, encargada de distribuir los programas de Bienestar en una entidad clave para el partido, aceptó su salida “para cuidar al programa”, tras denuncias de medios y organizaciones sociales. Pero la renuncia no disuelve la sombra que ahora pesa sobre la política estatal: ¿un ataque al programa o la estrategia para proteger al partido?
Mientras tanto, las redes clientelares siguen operando, y los apoyos prometidos siguen atados a favores que ahora implican crimen organizado. Cuando el aparato social del Estado se mezcla con redes criminales, la transformación se vuelve una fachada, y el poder mantendrá sus alianzas ocultas.








